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DE CRUZ DE TEJEDA A ARTENARA

Día caluroso el escogido por este club para visitar el pueblo más alto de la isla, pero es que por estas tierras es difícil saber cuando va a aparecer el calor. Afortunadamente este sábado bajaron las temperaturas y cesó la alerta. Por eso la hicimos.

Desde primera hora se veía que íbamos a tener un buen día para ver el paisaje pues la pesada calima que nos estaba visitando acabó su estancia y los cielos se despejaron.

Comenzó nuestro andar, después del preceptivo desayuno en San Mateo, en la Cruz de Tejeda, lugar maravilloso donde los haya, pues desde aquí puedes observar la espectacular cuenca de Tejeda. La época del año ya ha secado el verdor que los meses anteriores nos regaló la lluvia pero la belleza del paisaje sigue siendo inigualable.

Preparación del cuerpo con estiramientos, cremas, sombreros y demás y comenzamos la subida al monte Constantino. Se trata de una subida lenta por lo empinada que es y por lo seco del suelo que pisamos, pero la brisa fresca que nos da en la cara y la mirada atenta del Roque Nublo y el Bentayga la hacen muy llevadera. Este día además contamos con la presencia de una niña en nuestro grupo, con lo cual cabe pensar que no será muy difícil y además tenemos el aliciente de las pruebas que debemos encontrar por el camino. Queríamos realizar hoy una prueba piloto para dar más contenido a nuestra andadura y de paso aprender o recordar cositas de nuestra tierra querida. Por ello preparamos cinco enigmas que deberíamos encontrar. Y con premio incluido. Nada más y nada menos que unos maravillosos polvorones de Tejeda, cedidos amablemente por Oscar.

La prueba a realizar era encontrar lo siguiente:

  • Una planta endémica de las Islas Canarias y en peligro de extinción, la magarza plateada.
  • Una cara labrada en la piedra.
  • Un triángulo púbico grabado en la roca.
  • Un pino renaciendo de sus cenizas.
  • Grabar un pájaro carpintero.

¡Vamos, a por ello!

Dejamos atrás el monte y llegamos a la Degollada de Las Palomas y allí, en el mirador, volvemos a admirar el bello lugar que nos rodea. Ya sé que lo he dicho mil veces pero tengo que seguir haciéndolo: para mí, estar cerca del Roque Nublo y del Bentayga me llena de energía. Es algo que me supera. El simple hecho de mirar estos roques me llena de felicidad. Si pudiera me quedaba por aquí un gran rato.

Pero toca seguir y para ello continuamos subiendo aunque esta vez el camino es más suave y menos empinado. Los pinos que nos rodean fueron pasto del último incendio pero estos fantásticos árboles son incombustibles y brotan de nuevo por lo que ver el verde sobre el negro añade más alegría a la que ya llevo encima.

Andamos ahora por una pista de tierra que forma parte del camino de Santiago pero pronto la abandonamos para subir por la cresta y coger una senda que nos va a permitir seguir disfrutando de la ya mencionada y espectacular cuenca de Tejeda.

Pasamos ahora por el lugar protegido para la conservación de la magarza plateada, una margarita pequeñita que hace las delicias de los fotógrafos y que ya varios senderistas descubrieron, superando así una de las pruebas.

Sin dejar nunca nuestro maravilloso paisaje presidido por el Bentayga, roque que hace un tiempo conquistó mi corazón, comenzamos a bajar llegando así a las Cuevas de Caballero. No dejo de asombrarme al pensar lo inteligentes que fueron nuestros antepasados al escoger este asentamiento pues además de protegido de los vientos ¿Quién puede pedir una vista mejor que ésta? Me quedaría a vivir aquí con los ojos abiertos para gozar de mi tierra a todas horas. Se trata de un grupo de cuevas que en su momento estuvieron habitadas aunque no se conserva casi nada de entonces. Parece ser que las usaban mujeres consideradas brujas, con lo cual sería interesante estar por aquí la noche de San Juan.

Aprovechamos este lugar para hacer un descanso y tomar fuerzas así como para realizar la junta convocada para hoy. Y por supuesto para entregar los premios pues hay que decir que la gente se animó muchísimo y hubo ganas de encontrar lo propuesto. Por eso, todos recibieron premio. ¡Y qué bien sienta un polvorón en esta época del año! También cayó alguna pegatina y alguna mascarilla como recompensa.

Con la alegría en el cuerpo y algo más frescos continuamos nuestro camino entre pinos y más pinos, sin dejar nunca de ver nuestros referentes históricos que nos vigilan con mimo y nos envían desde la distancia su pétrea energía. ¡Por lo menos yo la sentí!

La bajada a la Cueva de los Candiles presenta alguna dificultad pues el camino casi carece de seguridad, aún así prácticamente todo el grupo se atrevió a bajar salvo aquellos que padecen de vértigo. Y valió la pena pues te encuentras con una cueva en la que hay más de trescientos triángulos púbicos grabados en sus rocas y techo pues era un lugar para mujeres y en el que se supone se realizaban ritos relacionados con la fecundidad. ¿Qué mejor lugar que este? Protegido y con el Nublo y el Bentayga como testigos de esos secretos femeninos. Aquí, ante tanta majestuosidad debía ser fácil creer en cualquier cosa. Me transporto a esa época y me solidarizo con las mujeres que aquí dejaron sus ilusiones y deseos. ¡Cómo no vas a creer en todo en un lugar tan mágico!

El resto del camino hasta Artenara es un paseo que realizamos con alegría y tranquilidad. Bocadillo en la plaza ante la Virgen de la Cuevita, visita al museo etnológico, cervecita, buen rollo y vuelta a casa.

¡Vaya experiencia!!