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CON EL TAJINASTE LLEGÓ LA PRIMAVERA

Salimos el veinte de marzo, con la alegría que nos caracteriza pero con un objetivo en mente: ver el tajinaste azul. Es éste un endemismo grancanario que crece entre marzo y mayo en zona donde domina el alisio. Supongo que esa humedad es la que los hace crecer y los convierte en algo tan bello.

Hoy el día acompaña pues aunque al llegar al punto de partida hacía fresquito, el azul del cielo presagia un día maravilloso.

Comenzamos una breve subida con la ilusión de vivir en este día ese estallido de color que nuestras mentes ansían. Y la naturaleza no nos defraudó. Andamos por una vereda que no tiene pérdida en la que ya podemos apreciar que la primavera comienza hoy y que aquí ya vive algo de su esplendor. Los alhelíes, las cañahejas, la morgallana, la flor de mayo, la retama, las margaritas, la bicácara, los veroles,…..; todo presenta una gama tal de colorido que la paleta de un pintor se vería en apuros para escoger qué plasmar. Los móviles no paran de fotografiar esta o aquella planta, los caminantes no paran de admirar esta y aquella flor. Y eso que aún estamos junto a la carretera.

Dejando una montaña cuyo nombre no recuerdo a la izquierda, llegamos a una bifurcación donde están rehabilitando una casa cueva muy hermosa. Podemos seguir nuestro andar si vamos a la derecha o retrasarlo un buen rato y hacer una subida al Roque Saucillo. Lo hacemos así.

La subida comienza sobre piedras sueltas pero enseguida nos rodean las retamas, que están preciosas con ese amarillo canario. Es imposible resistirse a una foto con ellas

Llegamos primero a una explanada rodeada de flores de todos los colores y formas y una cruz en la que se ve que sube gente a depositar ofrendas. Alguien me contó una vez que en este lugar se celebraban romerías pero no recuerdo el nombre de qué santo o virgen. El lugar lo usaríamos luego a la bajada para el momento plátano.

La subida ahora se vuelve un poco más dura pues a la vez que es empinada aparecen escalones de piedras que en algún momento superan el tamaño apropiado. Pero las vistas son espectaculares. En una de las curvas divisamos la isla de Tenerife tan cerca que parece que la podemos tocar solo con alargar las manos. El padre Teide nos saluda con orgullo y nos anima a seguir ascendiendo.

Llegamos por fin a la cima y observamos entre los pinos crecidos que la panorámica debía ser perfecta pero la naturaleza no sabe de visitas y fotos y el bosquecillo solo nos permite vislumbrarlo, aunque en alguna esquina se pudo encontrar un lugar despejado y por lo menos alguna foto se pudo sacar.

Se encuentra aquí la llamada Cruz del navegante pues según cuentan, unos navegantes que venían de América lo pasaron tan mal en el mar que prometieron poner una cruz en la montaña más alta de la isla que primero divisaran. Parece ser que llegaron sanos y salvos a Gran Canaria y así lo hicieron. Hay alguna otra teoría sobre esta cruz pero esta es la que yo conozco. En la actualidad, como pudimos comprobar, se encuentra algo deteriorada.

La bajada se realiza por el mismo sendero así que después de tomar fuerzas con el platanito retomamos nuestro camino introduciéndonos en un bosque de pinos que hace las delicias de cualquiera. Nuestro andar es tranquilo, pues el día así lo requiere. Luce un sol espléndido y el azul del cielo invita a disfrutarlo. La temperatura es muy agradable y la compañía no tiene igual. Así que a gozar de la recién estrenada primavera.

Abandonando ya la pista que nos ha acompañado hasta ahora y dejando atrás nuestros queridos pinos, el sendero se nos muestra ya acorde con el día que tocaba hoy: aparecen los tajinastes. A partir de aquí ya no dejaremos de verlos hasta llegar al Rincón de Tenteniguada, nuestro destino final.

Mires donde mires el verde está salpicado de azules en todas sus tonalidades. A veces son lilas, otras morados, otras azules e incluso rosas. La primavera ha llegado para quedarse y los tajinastes nos acogen con alegría.

El paisaje es una explosión de colores que almaceno en mi memoria y me dispongo a vivirla a tope. ¿Vivir a tope? Ah, claro es la aventura del día. Hoy vamos a vivir a tope los kilómetros de bajada que nos quedan por delante. El camino es estrecho y serpenteante y está cargado de aventura.

Pasamos entre enjambres de abejas realizando el mejor de los trabajos. Pasamos entre estrechos senderos en los que a veces hay que apartar alguna rama muy crecida. Y sobre todo, pasamos por un camino en continuo descenso que en ocasiones se torna “peligroso” cual tobogán veraniego. La tierra, en ocasiones suelta y seca, se mueve bajo nuestras botas obligando al caminante a utilizar sus cinco sentidos para superarlo. Resbalones, caídas (alguna rompiendo tuneras), polvo, risa, bastones, manos de compañeros, nervios, ganas de acabar…..y la soga. La soga ha sido muy divertida pues a veces no servía para nada pero en otras ocasiones ha sido un refuerzo perfecto. La soga convive con el camino durante un buen trecho aunque en muchos puntos el hierro que la sostiene se ha salido y necesitamos la ayuda del compañero o compañera para poder utilizarla. Da igual, ha sido una aventura agradable, entretenida y divertida a la vez.

Parada para el almuerzo en un lugar paradisíaco y vuelta al camino que ya no cambiará hasta llegar al mismo Rincón.

La vista, cuando podemos levantarla del suelo traidor nos muestra los maravillosos roques que rodean el pueblo de Tenteniguada. Son restos volcánicos que vigilan estas tierras y protegen nuestros tajinastes. Está el Roque Grande y el Roque Chico a los que también se les conoce por otros nombres pero que hacen de este paraje un lugar inigualable donde la paz y la tranquilidad se respiran en grandes cantidades. Hemos recorrido parte del Parque natural del Nublo y de la Reserva natural de los Marteles. Hemos disfrutado de un colorido único que todas las cámaras han captado. Hemos escuchado pájaros y abejas.

Hemos olido tomillo y salvia. Hemos caminado junto a hermosos tajinastes y bellísimas flores y arbustos. Hemos disfrutado de la compañía de gente fantástica. Hemos visitado un lugar hermoso, bello, único, nuestro.

Una vez más hemos gozado de nuestra tierra como solo puede hacerlo el que abandona por unas horas el asfalto y se adentra en un mundo que está dispuesto a darte lo mejor si eres respetuoso con él.

Sigamos así compañeros, la vida puede ser maravillosa