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BARRIOS DE TEJEDA

Tardó pero por fin llegó la primera ruta “seria” del año para este club. Ilusión y muchas ganas era lo que se respiraba a las 8 de la mañana en el lugar de encuentro. Y de allí a San Mateo, pequeño desayuno y rumbo a Tejeda donde nos aguardaba nuestro particular guía y compañero Oscar.

Ya el simple hecho de llegar a esta zona es sinónimo de belleza y asegura que la ruta va a ser espectacular. Las lluvias recientes nos prometen colores y olores. Estoy segura.

Salimos desde la carretera del cruce y foto de grupo de lujo, con el verde que ya lucen las cumbres haciendo contraste con el mar, las nubes, el Bentaiga y el Teide como telón de fondo, sin olvidar a nuestra Aldea de San Nicolás que también asomaba por allí.

Comenzamos nuestro andar bajando en dirección al barrio de El Toscón y ya los olores y colores despiertan nuestros sentidos. Lo sabía y lo esperaba ansiosa.

El día está espectacular pues brilla el sol pero aún no aprieta y una ligera brisa nos acompaña haciendo que la temperatura sea ideal.

Caminamos en fila pues la bajada es estrecha, tanto que a veces nos rozamos y hasta tenemos que apartar las plantas con nuestros bastones.

El suelo está húmedo y por momentos pisamos agua en muchas ocasiones, lo cual nos obliga a andar con la mirada fija en lo que pisamos.

Pero lo que hay a nuestro alrededor se va quedando grabado en nuestra mente, esos verdes con sus distintas y variadas tonalidades contrastan con los marrones de las rocas y el azul del cielo.

En un par de semanas caminar por estos senderos será ver amarillos y blancos pues las retamas, las tabaibas, los tajinastes y las vinagreras están a punto de reventar y ya sus flores están deseando salir y engalanar el paisaje con sus bellos colores.

Algún almendro aún conserva sus rosas y blancas florecillas con lo que la maravilla se engrandece ante nuestra atónita y ávida mirada.

Cruzamos al otro lado del barranco y ya el Roque Palmés se divisa el fondo. No hay que olvidar que nuestros antepasados lo usaban como reloj solar. Es un claro recuerdo de nuestro origen volcánico y observar como de las laderas que lo rodean fluye el agua hasta llegar a formar pequeñas cascadas le hace a uno sentir que vale la pena madrugar los sábados a recorrer nuestra extraordinaria isla.¡Vaya patria tenemos!

Huele a humedad y se siente en el aire. Miras las plantas y las ves deseando levantarse. Es como si la naturaleza después de un invierno tan extraño estuviera despertando y quisiera hacernos un regalo.

Llegamos así al barrio de El Toscón donde hacemos un alto para reponer fuerzas y nos acercamos a continuación al mirador del campanario o “La Cruz de El Toscón”.

Parece ser que esa campana procede del primer vapor llamado León y Castillo y un sacerdote la compró o consiguió cuando el barco varó y la regaló a Basilio Talavera Quintana quien mandó construir ese monumento dejando allí grabadas sus iniciales.

A los vecinos no le gusta que toquen la campana porque se utilizaba para comunicar fallecimientos o una misa (lamento no haber sabido esto antes porque yo la toqué). Y cuentan que cuando murió una mujer que decían que era bruja se posaron en la campana dos cuervos durante todo el día para que no sonara y evitar que se divulgara su muerte.

Volviendo a nuestra ruta continuamos bajando siempre con la vista puesta en el roque mencionado así como en el Roque Mulatos donde al parecer nuestro presidente vivió en algún momento una historia difícil de olvidar.

Vemos desde aquí la Presa del Parralillo cargadita de agua y atravesamos un pequeño riachuelo que nos regala unas pozas increíblemente bellas en las que nos entretenemos un buen rato enganchados bajo su gran atractivo visual y sonoro. No sé por qué pero a los canarios esto de ver agua corriendo por nuestros barrancos nos atrapa.

Y así, observando ya al Roque Palmés desde una altura inferior seguimos nuestro andar hasta llegar el barrio de El Carrizal, lugar previsto para la comida importante del día.

También aquí celebramos nuestra asamblea general para ponernos al día en todos esos aspectos oficiales que hay que hacer de vez en cuando.

El resto de la ruta no la puedo explicar porque me marché a Tejeda con nuestro amado expresidente que no se encontraba muy bien pero parece ser que siguió siendo espectacular.

Gracias a la generosidad de otro grupo de senderistas que nos acercó a Tejeda en su guagua. Los canarios somos así.

Allí en el lindo pueblo de Oscar esperamos a nuestros compañeros y después de pasar, como mandan los canones, por la dulcería emprendimos el regreso a casa.

Bonito día, bonito paseo y buena compañía.