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AYACATA

“Yo nací del otro lado de este mar tuyo cansado que te besa con pereza, y desde aquí en la distancia me enamoró la arrogancia de tus perfiles airados. Entre brumas emergía la profunda poesía del padre Teide nevado,……..”

Así, con la canción de Braulio en mi cabeza comenzamos la subida que desde la Cruz de Tejeda nos le llevaría este sábado de enero hasta Ayacata.

Hacía frío y aunque habíamos parado en San Mateo al desayuno correspondiente, el cuerpo casi se resistía a salir de la guagua. Pero allí estábamos y tras la correspondiente foto de grupo, emprendimos la subida entre nieblas y con la vista del Teide vigilante desde lo alto de la isla vecina.

Afortunadamente duró poco pues ya a medio camino, nuestros ancestrales roques nos saludaron y nos dieron la bienvenida.

No hay nada más hermoso para un canario, sobre todo para el caminante, que llenar sus ojos con la belleza que nos ofrece la cuenca de Tejeda. Mirar al Nublo, al Bentayga o al Fraile es algo que llena mi alma y relaja mi cuerpo. Y cuando te paras a observar cómo el mar de nubes atraviesa la degollada como si de una cascada de espuma se tratase, sientes que ha valido la pena llegar hasta aquí.

El camino transcurre entre pinos y el sol hace acto de presencia así que despojados de las distintas capas de abrigo que cargábamos, avanzamos a lo largo de estos hermosos parajes.

Atravesamos Los Llanos de la Pez con el pinar como constante compañero y con la omnipresente mirada del Teide, el Nublo, el Bentayga,….

El tajinaste blanco y la retama amarilla ya en flor nos reciben y alegran nuestro andar.

Veníamos buscando almendros y algunos vimos así que la felicidad fue aún mayor.

¡Qué bella es mi tierra!

Andar por estos parajes siempre me hace sentir mi canariedad a tope y me transporta a otra época, a otro ritmo de vida. Ver tanta gente subiendo al Nublo me gusta pero a la vez me preocupa. Lo siento mío y no me da miedo su desgaste.¡Egoísta!

Bajando laderas, avanzamos hacia nuestra meta. Con el pueblo de Ayacata como destino a nuestro pies,emprendemos el tramo final .

Almuerzo y luego café al sol. Con nuestras pilas recargadas ya para toda la semana regresamos a casa. ¡Esto es vivir!