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DE MOYA A TEROR

Desde que nos reunimos, como siempre en la fuente luminosa, el sábado 27 de febrero, se adivinaba que el día iba a estar pasado por agua.

Una fina e intermitente lluvia sería nuestra compañera a lo largo de la magnífica jornada que estaba a punto de comenzar.

Breve parada en Moya para el corto desayuno y rumbo a Carretería, nuestro punto de partida.

Tomamos el “camino de la fuente” que transcurre a través de una carretera de fácil acceso. El paisaje refleja las distintas tonalidades de verde y las perlas de agua que brillan al sol nos hace imaginar una lluvia de diamantes. Estamos paseando por el conocido barranco de Azuaje, una de nuestras reservas naturales protegidas.

El grupo va ligero y alegre, observando las laderas caídas y las casas-cuevas que pueblan este entorno.

El sonido del agua hace aún mas placentero nuestro andar y el tener que atravesar el riachuelo a través de un pequeño puente de madera añada encanto a la travesía.

¡Me quedaría aquí todo el día!

Comenzamos entonces la subida de la otra ladera del barranco, desde la cual divisamos claramente las distintas cuevas camuflándose en el verde que las rodea.

Lloviendo a veces y recibiendo los tibios rayos del sol en otras ocasiones, avanzamos en nuestra caminata incesante, observando eucaliptos y cañaverales a nuestro paso.

Alcanzamos así la carretera asfaltada y realizamos en el cruce de Los Chorros nuestra parada para reponer fuerzas.

Nos encontramos mojados y embarrados pero felices. Paramos brevemente en el mirador y retomamos la ruta divisando a un lado Firgas y un poco mas lejos la montaña de Arucas.

Ahora el camino llanea y sirve para hacer descansar algo a nuestros pesados pies . La vista de la vegetación floreciendo calma nuestros sentidos hasta llegar a una pequeña subida rodeada de zarzas que resultó el momento más interesante del día pues cual tobogán liso nos obligó a esforzarnos en no caer y apoyándonos en el compañero, llegar arriba sin acabar en el suelo llenos de barro.

Una racha de fuerte viento lateral nos acompaña hasta la cima y después de atravesar el arco del puente de piedra nos encaminamos hacia la finca de Osorio, inusualmente cerrada los fines de semana.

Divisamos Los Castillos y El Palmar y atravesando un hermoso pasillo de tajinastes azules florecidos,llegamos de nuevo a la carretera asfaltada que nos conduciría a nuestro destino final: Teror.

Allí en la hermosa y querida villa mariana terminamos nuestra aventura, como siempre , en la mejor compañía.